Sé que hace muchísimo
tiempo que no actualizo este blog, y lo cierto es que entre estudios y otros
proyectos lo he dejado bastante abandonado. Sin embargo, eso no significa que
haya dejado de escribir, ni relatos ni las continuas idas de olla que por costumbre
se quedan perdidas en las profundidades de mi portátil.
Esta formaría parte de
las últimas, por cierto. Pero me pareció lo suficientemente angustiante como
para colgarla aquí.
Y es que no se si alguna
vez os habéis encontrado con esos libros cuya traducción es tan, pero tan mala,
que resulta imposible concentrarse en la lectura. Yo sí, y no es una sensación
nueva, pero hacía muchísimo tiempo que mi nivel de frustración no llegaba a
estos extremos.
Se habla mucho de la
calidad literaria de una novela, de la historia en sí misma, pero muy poca
gente se da cuenta del tremendo esfuerzo y empeño que hay que poner para que
una traducción sea tan veraz y correcta como para hacer justicia al libro del
que parte.
Me explico. Cierto es que
para meternos en la historia esta tiene que gustarnos, engancharnos desde el
principio, como estos libros que prácticamente NO puedes dejar de leer. De los
que piensas a las cuatro de la mañana "va, un capítulo más y me
duermo" y cuando vuelves a mirar el reloj son las seis. Pero para
conseguir eso también dependes de la forma del texto.
Quiero decir que si te
pones a leer tan feliz y encuentras una errata, si no es muy grave puedes
pasarla por alto, de hecho es probable que si te está gustando el libro ni
siquiera te des cuenta de que está ahí. Pero si te encuentras un error cada dos
párrafos, eso ya es otra historia. Y si esos errores influyen en el sentido de
la frase y tienes que volver atrás para poder entenderlo todo, pues peor.
Y si, señores y señoras,
eso es lo que me ha pasado a mí con el último libro que me he adjudicado. Vale
que me salió el pack muy barato, - era una saga -, cuatro libros 25€ - y juro
que ahora entiendo por qué los tenían a ese precio - pero maldita sea, ninguna
obra, por muy mala que sea - y lo reconozco, no es precisamente una joya - merece
que le hagan semejante putada al traducirlo a otro idioma.
Porque hay traducciones
malas, de éstas que necesitas un diccionario para poder seguir el hilo de la
historia. Y hay traducciones malas unidas a un cuidado pésimo de la edición,
que une los errores tipográficos con los errores gramaticales y un montón de
otros fallos para construir algo que cualquiera hubiese jurado que no estaba en
su idioma.
Si sois tan impacientes
como yo, a estas alturas ya estaréis cagándoos en todos mis ancestros por no
revelar el título del libro que me ha hecho escribir este tostón de texto. Lo
cierto es que a pesar de que la historia es bastante mala, me parece que en
gran parte la culpable del estropicio es la traductora de los libros, Eva Nieto
Silva, que ha logrado que una saga aburrida y predecible se convierta además en
un suicidio literario - Mis pobres córneas me avalan.
Pero bueno, que me voy
por las ramas. Las novelas de las que llevo hablando todo este tiempo son, en
concreto, las cuatro partes de "Luna de Leyenda", una obra alemana
que definitivamente no recomendaría a ningún amante de la fantasía - o de la
lectura en general.