sábado, 15 de enero de 2011

Círculo de Otoño

El bosque estaba oscuro. El fuerte viento movía las ramas de los arboles, haciendo que de vez en cuando retazos plateados de luna llena se reflejasen en la frondosa hierba del interior. El canto de los grillos dejaba oírse con voz tenue, dando un ambiente sereno al robledal.

Y un ruido interrumpió la eterna calma de aquel lugar sagrado.
Una niña, pequeña, de no más de siete años de edad, asomo entre los matorrales. En su rubia cabecita había enredadas algunas hojas secas y amarillentas, y su vestido antes blanco inmaculado estaba ahora sucio, rasgado y manchado con el barro del suelo.
Se había perdido.

"Mal sitio" Pensé yo. La vi andar cautelosa hasta el gran claro que se alzaba enfrente, decorado con un círculo de hojas otoñales que guardaban dos velas negras en su centro.
Arrugue la nariz. "No entres ahí, niña, no es buen sitio para ti" Pero ella no me oía, y, cada vez más, se iba internando en aquel lugar maldito.

En mala hora había la pobre criatura perturbado la quietud y serenidad del círculo.
Las velas prendieron solas sobresaltando a la pequeña, que retrocedió varios pasos asustada. La habían visto.

Me acerque a ella, la llame intentando prevenirla, hacer que huyera. Y entonces la vi.
"Lo siento preciosa, ahora ya todo se acabó...." Agaché la cabeza apenado.
La hermosa mujer pelirroja, a quien yo tan bien conocía, se acerco a ella, lanzándome una furtiva mirada de reproche.

- ¿Te has asustado? - Preguntó ella encantadora, y con una sonrisa nos condujo a ambos hasta su cabaña de madera.

Yo espere, mirando como la daba de comer, como alimentaba a aquella niñita rubia. Como lo sentía por la criatura... pero sabía que ya no había nada que hacer.
La pelirroja sonreía, sin dejar de mirarla, mientras se inclinaba y acariciaba suavemente mi pelaje negro. Pronto tendría otra víctima a quien torturar.

Aquella noche todo terminó.
Cuando volví a casa, tras mi acostumbrado paseo nocturno, aquella horrible bruja tenía una extraña sonrisa plasmada en el joven rostro. Me mostraba el puño, medio cerrado medio abierto, con unos bigotes rubios asomando entre sus finos dedos...

Moví con energía la cola preparado para saltar.
"mm..." Me relamí "Un ratón"

1 comentario:

  1. Pues éste también me ha gustado. Me ha recordado al cuento de Hansel y Gretel, ajajaja

    Besoss :**

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