¿Puedo quedarme con sus juguetes?
Abel bajó la vista para observar al niño de cuatro años que le miraba fijamente desde el suelo.
Ya te he dicho que no; respondió arrugando la nariz; tú ya tienes los tuyos.
Entonces, ¿Puedo tener unos iguales?
El muchacho enarcó una ceja y se volvió hacia donde señalaba el chiquillo. La gran planicie de madera que se erigía en la plaza del pueblo estaba desierta a excepción del verdugo, que afilaba sus herramientas en un rincón.
Caín, eso no son juguetes; Reprendió disgustado.
¿De verdad? Hizo un mohín; Pero él parece divertirse tanto…
Carta abierta a tercero de la Eso
Hace 5 años
Muy bueno
ResponderEliminarDiselo a los de la cadena Ser xDDDD
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